por qué me gusta escribir II
Si quiero explicarme sobre por qué me gusta escribir está bueno recurrir a la gran literatura, o personajes históricos que imprimieron para la posteridad gestos que aún hoy conservamos.
Don Quijote es un personaje que me cae simpático, pero si quiero encontrar en él los secretos de la escritura me resulta difícil. Cuando se supone que me había tocado estudiarlo, dieciseis años, obligatorio, me tocó una profesora que nos contaba los resúmenes (muy buenos) de los capítulos y nos recomendaba leer las partes más interesantes que nunca tomaba, y por lo tanto nadie leía.
Me gusta escribir porque me vuela a un mundo maravilloso. El que podría existir por fuera de la estructura de las palabras. Casi un mundo inimaginable.
También me gusta escribir porque cambia todas mis sintonías. No me deja atraparme demasiado tiempo en determinada circunstancia y así es más fácil entrar y salir de nuevas situaciones.
Cuando empecé a escribir tenía catorce o quince años, y primero fue una sensación de relativa curiosidad, acompañada por un bien estar infinito. Después vino una sensación de melancolía y buscar la mejor manera de dejar las circunstancias impresas; en ese primer momento sólo hacía referencia a dificultades domésticas y situaciones conflictivas familiares.
Las veces que, después en la facultad me vi sometida a relatar alguna circunstancia de manera forzosa, recurrí a una especie de concentración primitiva que potenciaba todos mis sentidos. El relato se me aparecía vibrando en todas direcciones, listo para convencer